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Por si no lo sabías, un ataque de pánico es muy distinto a uno de ansiedad. Es muy común confundirlos, sin embargo es necesario diferenciarlo para saber cómo abordar cada uno.
Ataque de pánico
La crisis de pánico se caracteriza porque se producen cuando menos lo esperas y tiendes a sufrir un temor intenso y abrumador que sientes que no puedes controlar. Es una respuesta de lucha del cuerpo donde los síntomas suelen ser muy intensos, como lo es un ritmo cardíaco acelerado, dificultad para respirar e incluso puedes tener náuseas. Es común que durante un ataque de pánico, tengas la sensación de que vas a morir, aunque no es así, la crisis produce que sientas esto.
Otros síntomas pueden ser dolor en el pecho, tensión, sensación de asfixia, sudoración, temblores, dolor abdominal, dolor de cabeza, mareo, sentirse débil y sentir desapego de la realidad. Pero la crisis de pánico se caracteriza por sufrir un miedo incontrolable y pensar que estás muriendo.
Existen dos tipos: los inesperados y los esperados. El primero es cuando no existe una razón del ataque, mientras que el segundo es cuando un factor externo estresante lo provocó. Principalmente se puede producir por una fobia o por recuerdos traumáticos.
Ataque de ansiedad
Por otro lado, un ataque de ansiedad usualmente surge en situaciones estresantes o percibidas como amenazantes. Los síntomas son principalmente preocupación, angustia, intranquilidad y miedo.
Es importante entender que cada persona sufre de distinta forma un ataque de ansiedad, algunos sufren síntomas que otros no. Existen síntomas tanto físicos como psicológicos y de comportamiento. Es normal en este trastorno estar nervioso, preocupado, sentir vergüenza y ser incapaz de relajarte.
Al igual que el ataque de pánico, físicamente puedes tener sudoración, tener un ritmo cardíaco acelerado, estar tenso y sufrir náuseas, entre otros síntomas. Pero algo que sirve para identificarlo, es que un ataque de ansiedad puede estar sucediendo mientras realizas otra actividad, ya que es un trastorno más mental y psicológico que físico, a diferencia de una crisis de pánico.
Lo importante es que en ambos casos existen soluciones que, sii bien no son 100% efectivas, si ayudan a disminuir los síntomas. Por ejemplo, mantenerse en un lugar tranquilo donde te sientas seguro puede ayudar a calmarte un poco. Intentar controlar la respiración, centrarse en algo diferente para distraer la atención y relajar los músculos también son una buena forma de abordar cualquiera de estas dos difíciles situaciones.
Aprender a identificarlo puede ser útil tanto para ti como para ayudar a algún amigo o familiar que pueda estar sufriendo alguno de estos dos ataques.