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Biblioteca Medismart
Los incendios en la zona sur del país, la pérdida de casas y la imagen del fuego ardiendo pueden dejar a las víctimas en estados de shock y depresión. Es importante saber identificar las emociones y poder actuar de acuerdo a ellas para sobrellevar la situación.
A medida que los incendios en la zona sur del país se propagan, mucha gente ha perdido sus hogares y personas queridas. Se estima que más de 1150 hogares fueron destruidos y 26 personas han muerto, además, aproximadamente 300 mil hectáreas ya han sido consumidas por el fuego. Por esto, es necesario preguntarse cómo estos hechos pueden afectar mentalmente a las víctimas. En primera instancia, un incendio es una catástrofe que al quemar todo a su paso, lo hace con una magnitud fuera de lo común. El impacto visual que este genera es el suficiente para crear un trauma a quien lo presencia, el cual se intensifica al momento de ver las consecuencias que deja el fuego al pasar por los hogares de las personas.
Ante este hecho, vienen emociones fuertes
Es natural que al estar frente a un acontecimiento de esta magnitud las personas sientan pánico, miedo, ansiedad e incluso sentir impotencia y frustración por lo sucedido. Lo importante es tratar de mantener la calma en el momento y hacer todo lo posible para llegar a un lugar seguro fuera de la amenaza.
Desalojar el hogar y dejar atrás recuerdos preciados puede afectar también a la persona, tener que escoger qué llevarse y qué no, significa una ocasión de angustia y estrés.
Asimismo, el momento de esperar la evolución del incendio puede ser uno de los más estresantes debido a la incertidumbre que se genera. No tener la certeza de qué se puede encontrar al momento de volver al hogar es otro de los factores que ayuda a la sensación de desasosiego.
Felipe Gutiérrez, psicólogo de Medismart afirmó que frente a catástrofes de este tipo “aparecen cuadros de estrés y ansiedad, que se conocen como estrés post traumático. Cuando la persona ve estos procesos de catástrofe, también puede existir una etapa de negación, pero hay un tema de racionalizar el efecto de ella, existe una etapa dentro de este proceso que se llama manejo, en la cual surge la elaboración de nuevos planes, finalizando con una respuesta racional a lo que está pasando”.
Lo importante es:
Vivir el duelo. Expertos afirman que tener un tiempo para procesar lo ocurrido y asimilarlo es necesario para empezar a aceptarlo. Pasar tiempo en familia y con personas de confianza con las que se pueda expresar los sentimientos también ayuda, esto colabora con la identificación de la emoción, lo cual hace que baje su intensidad.
Otra forma que se recomienda para sobrellevar la situación es tomarla como un proceso difícil pero no como una tragedia, sino que como un cambio. Esto cambia la perspectiva de la víctima, sacándola del pensamiento de que ya todo terminó y ayudando a estructurar un plan para recuperarse.
Según los especialistas, lo importante acá es estar rodeado de personas que entiendan y acompañen en el proceso. Muchas otras son víctimas de catástrofes, encontrar y relacionarse con ellas como gente que pasó por lo mismo que uno también ayuda a identificar emociones y entender que uno no está solo en situaciones de este estilo.
En esta ocasión, Gutiérrez cuenta que aquellas personalidades que lidian mejor con el estrés son las “que tienen la capacidad de racionalizar mejor las emociones y que pueden lidiar con estos sentimientos de una manera empática con la situación”.
En el caso de los niños
Es común que los padres disimulen su estado emocional para no asustar a su hijo o hija. Esto puede llevar a que el menor piense que tener pena está mal en estas situaciones y que no mostrar emoción es la manera de sobrellevar la situación. Para los expertos en salud mental, lo esencial es hacerle saber que está bien sentirse mal frente a hechos como estos y que es normal el no poder superarlo en poco tiempo. La diferencia la hace entender cómo procesar las emociones malas que se están sintiendo y un apoyo paternal es importante para esto, sobre todo en las edades más tempranas.